04 junio, 2003

Los argentinos deben andar con mucho tiento: hay un nuevo deporte a escala planetaria, y se llama “Liquide Al Sudaca”. Días atrás, en Miami, un yanqui medio exaltado decidió terminar una fiesta de cumpleaños demasiado ruidosa soplando el caño de su 38 en vez de las velitas, y con eso puso en alerta a los pobres exiliados de la República, que deben sumar una nueva preocupación a sus pesares por el papeleo de residencia. Y esto no es nada, amigos. La logia de los puestos está en condiciones de adelantar los próximos episodios de esta triste saga.

· En Bagdad, una docena de marines abrirá fuego simultáneamente contra un cordobés, ex “escudo humano” que quedó colgado en territorio iraquí, convencidos de que ese acento característico correspondía a un dialecto de los Testigos de Saddam.
· En New York, un cantante aficionado de tangos será colgado de las vigas de una estación de subte al intentar ganarse unos quarters para el almuerzo. “Nunca me gustó ‘Mi Buenos Aires Querido’”, dirá el agresor, un reconocido broker de Wall Street.
· En Kenia, un porteño jocoso será empalado vivo por una tribu de zulúes ofendidos por escuchar el viejo chiste de “Pero antes, dunga dunga”:
· En Italia, tres killers de la mafia siciliana mandarán a dormir al fondo del mar, con sus correspondientes pesos en los tobillos, a una pareja que osará opinar a voz en cuello que la pizza argentina es mil veces mejor que la italiana.
· En Osaka, un cocinero de sushi fileteará pacientemente a un marplatense emperrado en solicitar que le frían los calamares para bajarse unas rabas con cerveza.
· En Amsterdam, los asistentes a una escuela primaria liquidarán a tizazos a un puesto argentino que, desde una de las célebres cafeterías de la ciudad y en pleno bajón, amenazará con agotar las existencias de chocolate de toda Holanda.