Hay un nuevo dinosaurio para el álbum de figuritas de
Steven Spielberg, y se llama…
Gonzalo. ¿Gonzalo? Qué pasó con los
triceratops, y los
tyrannosaurus rex, y el
velocirraptor y todos esos nombres encantadores? Teniendo en cuenta que el nuevo dinosaurio vivió en la zona de Río Negro -obviamente, hace una punta de años-, ¿no se podía buscar algún nombre con más chispa? Según dicen los científicos, el nombre oficial del bicho, un carnívoro “del tamaño de un pavo”, es
Buitrerraptor Gonzalezorum… lo cual está muy lejos de mejorar las cosas: muchachos, ¿están seguros?
Gonzálezorum??¿El de la radio con el brazo derecho siempre levantado?
Aunque no lo parezca, los puestos siguen atentamente las labores del mundo científico. Es cierto que no entiende ni la mitad de las cosas que pasan, pero eso no les niega el entretenimiento. Experimentos, grandes anuncios, investigaciones con gordos presupuestos estatales (no en Argentina, donde a los científicos les dan una probeta, dos guantes descartables y arreglate) para descubrir que escuchar música te da ganas de escuchar más música, esas cosas. Y este interés se traduce en una labor propia espontánea, que no agregará mucho al campo del saber pero engrosa la bibliografía de la logia. Así es como la logia de los puestos entrega su propio informe sobre los dinosaurios argentinos que aún resta descubrir, reconocer, oficializar y archivar. A saber:
Masseraraptor Masseterum. Esta temible variedad es producto de una mutación: al principio, el
Masseraraptor era un dinosaurio feroz que devastaba todo a su paso, pisoteaba, asesinaba y se apropiaba de los hijos y bienes de sus víctimas. Pero un gen justiciero se le piró y lo dejó en estado vegetativo: de allí su nuevo nombre,
Masseterum, que alude a su actual hábitat.
Ioriosaurus Hermeticum. Pesada especie capaz de emitir mugidos atronadores, atacar sin piedad a especies diferentes y juntarse a cometer tropelías con el
Seineldinraptor, un dinosaurio carnívoro con la característica de poder lanzar descargas eléctricas con sus pezuñas.
Machetesaurus Bonaerensis. Curiosa especie de dinosaurio dedicada supuestamente a cuidar de las manadas, pero con una notable tendencia a patotear a sus mismos congéneres, golpearlos sin mayor motivo, robarles las reservas de comida y cometer diversas tropelías en nombre de la ley de los dinosaurios.
Tribunaraptor Barrabravum. Variante más gregaria aún que el
Velociraptor: en vez de andar en tríos para cercar a la víctima, este dinosaurio argentino se junta de a cientos, y suele llevar una gran tortuga muerta para pegarle en la panza con un hueso grandote y marcar el ritmo de sus depredaciones.
Bondiplodocus Irascible. En realidad, no se trata de un dinosaurio sino de un ejemplar cavernario, un antepasado del hombre que suele ser visto al comando de grandes maquinarias utilizadas para el transporte de humanos, y a bordo de las cuales el
Bondiplodocus maltrata sin piedad a todo lo que se le cruce en el camino.
Sauloraptor raptor. Quizá uno de los descubrimientos más sobrecogedores de la logia: un dino que arrasa literalmente con todo a su paso, y se junta con otros bichos menores que sacan provecho de sus saqueos. Los estudiosos no se ponen de acuerdo en si la cabeza del
Sauloraptor presenta un par de cuernos de gran tamaño (en la jerga,
boloccus) o un tigre dientes de sable muerto.